Vergüenza, culpa y recaídas
Cuando una persona intenta dejar un consumo problemático, es común que en algún momento vuelva a hacerlo. Esto no significa fracasar. Forma parte del proceso. Sin embargo, lo que suele hacer más difícil ese camino no es solo la recaída, sino lo que aparece después: vergüenza, culpa, enojo con uno mismo.
La vergüenza nos dice que “hay algo malo en mí”, y la culpa nos recuerda lo que hicimos y no queríamos hacer. Aunque estas emociones son comprensibles, pueden convertirse en obstáculos cuando nos paralizan o nos llevan a pensar que no hay salida. Es frecuente escuchar frases como: “Ya lo arruiné”, “Nunca voy a poder” o “No merezco ayuda”.
Desde la terapia, trabajamos para entender la recaída no como una falta de voluntad, sino como parte de un patrón que puede modificarse. Identificamos qué la desencadenó, qué emociones estaban presentes, y qué estrategias pueden ayudar la próxima vez.
Además, promovemos una mirada más compasiva hacia uno mismo. La autocrítica severa no ayuda al cambio; al contrario, muchas veces alimenta el mismo ciclo que se quiere cortar. Aprender a tratarse con amabilidad es una habilidad que se puede entrenar, y que puede marcar una gran diferencia en el proceso de recuperación.
Recaer no borra todo lo que hiciste antes. Y no impide volver a empezar.
¿Qué vas a encontrar en esta guía?
En contrucción