Ataques de pánico: entender lo que pasa
Un ataque de pánico puede ser una de las experiencias más intensas que una persona atraviesa. De repente, el corazón late fuerte, cuesta respirar, se siente un calor o frío intensos, el cuerpo tiembla, aparece una sensación de ahogo o desmayo, y la idea de estar por morir o volverse loco se vuelve muy real. Pero aunque el miedo es extremo, el ataque de pánico no es peligroso ni causa daño físico.
Muchas personas que tienen un ataque de pánico por primera vez terminan en una guardia médica. Luego, el temor no solo es a los síntomas, sino a que vuelva a ocurrir. Por eso, se empieza a evitar todo lo que pueda “desencadenarlo”: lugares cerrados, hacer ejercicio, estar solo, o incluso sentir ciertas emociones.
El tratamiento basado en evidencia se enfoca en romper ese círculo. A través de técnicas como la exposición interoceptiva y la reestructuración de creencias, ayudamos a entender que los síntomas no son una amenaza, sino una reacción intensa del cuerpo ante el miedo. En las terapias de tercera generación, también se trabaja en aceptar la experiencia interna sin luchar contra ella, lo que reduce el miedo secundario (el miedo al miedo).
Recuperar la confianza en el propio cuerpo y en la capacidad de enfrentar los síntomas es posible. No estás solo en esto, y hay herramientas que pueden ayudarte a retomar tu vida sin vivir con miedo constante.