La trampa de la rumiación

¿Te pasa que no podés dejar de pensar en lo mismo una y otra vez? ¿Revisás situaciones del pasado o te anticipás al futuro con preocupación constante? A esto lo llamamos rumiación: un estilo de pensamiento repetitivo que parece buscar soluciones, pero en realidad alimenta el malestar.

La rumiación suele aparecer en la depresión y también en los trastornos de ansiedad. Aunque parezca que estamos “reflexionando”, en realidad no estamos llegando a nada nuevo. Es como correr en círculos mentales. Por ejemplo: “¿Por qué me siento así?”, “¿Qué hice mal?”, “Nunca voy a cambiar”. Cuanto más rumiamos, más atrapados nos sentimos.

Desde las terapias basadas en mindfulness y aceptación, aprendemos a observar los pensamientos sin quedar enganchados en ellos. En lugar de luchar con cada idea, trabajamos en reconocer que pensar no es lo mismo que actuar o decidir. Podemos tener pensamientos difíciles sin que definan lo que hacemos.

En terapia también se exploran las funciones de la rumiación: ¿Qué te está ayudando a evitar? ¿Qué emociones estás intentando controlar con esos pensamientos? Esta mirada permite abrir un espacio para responder de otra manera.

No se trata de “pensar en positivo”, sino de salir del automático, reconectar con lo que te importa y elegir cómo querés actuar. El cambio empieza cuando dejamos de luchar con nuestra mente y empezamos a relacionarnos con ella de otra forma.