Estar presente: una práctica, no un objetivo
Muchas personas se acercan al mindfulness buscando “hacer bien la práctica” o lograr un estado mental ideal. Pero estar presente no es un objetivo a alcanzar ni algo que se mide por éxito o fracaso. Es una práctica, una forma de entrenar la atención con amabilidad.
Habrá momentos en los que tu mente se distraiga cien veces. Y eso también es parte de la práctica. Volver una y otra vez —sin juzgar, sin exigirnos— es precisamente lo que fortalece nuestra capacidad de estar presentes. No se trata de controlar la mente, sino de observarla sin reaccionar automáticamente.
Desde un enfoque terapéutico, aprender a estar presente nos permite no ser arrastrados por pensamientos del tipo “esto no debería estar pasando” o “no puedo con esto”. En lugar de pelearnos con nuestra experiencia, empezamos a acompañarla.
La atención plena no es un lugar al que llegás, es un camino que se recorre paso a paso. Cada momento presente es una oportunidad para empezar de nuevo.